Al igual que otras áreas del organismo, el examen físico del
tórax comprende la inspección, palpación, percusión y auscultación. Su correcta
ejecución exige buena iluminación, posición cómoda del médico y del paciente y
eliminación de vestimentas de la zona bajo examen. Aunque la radiografía y
otros exámenes instrumentales han superado al examen físico en diversas áreas,
el dominio de esta técnica sigue siendo esencial por estar siempre disponible,
tener una buena relación costo/efecto y ser una acción médica que el enfermo
espera. Es fundamental tener presente la sensibilidad y especificidad de cada
signo en las diferentes enfermedades.
Topografía torácica.
Para
referirse a la localización de los hallazgos del examen físico se han descrito
múltiples líneas, puntos de referencia y zonas convencionales, entre las cuales
tienen mayor utilidad las siguientes:
Angulo
de Louis, formado por la articulación del manubrio
y cuerpo del esternón, palpable a través de la piel como una arista horizontal.
A su nivel articula la segunda costilla, la que sirve de punto de partida para
contar las costillas y espacios intercostales en la cara anterior del tórax.
Vértebra
prominente o séptima cervical, a partir de la cual se pueden contar las
vértebras dorsales.
Vértice
escapular que coincide en el dorso con la séptima
costilla cuando el brazo cuelga a lo largo del cuerpo, lo que permite
identificar los espacios intercostales en el dorso.
Líneas Verticales
Medioesternal: trazada sobre el esternón, separa los
hemitórax derecho e izquierdo.
Medioclavicular: trazada a partir del punto medio de la
clavícula; en el sexo masculino pasa generalmente por el mamelón, por lo que
también se llama mamilar.
Axilares anterior, media y posterior: descienden respectivamente del límite
anterior, vértice y límite posterior de la axila.
Espinal: desciende a lo largo de las apófisis
espinosas de la columna dorsal y divide la cara posterior del tórax en dos
mitades.
Líneas
Horizontales
Tercera costal: se extiende desde la línea medioesternal
hasta la axilar anterior, a la altura del tercer cartílago costal.
Sexta costal: es paralela a la anterior a nivel del
sexto cartílago costal.
ZONAS
Entre las líneas mencionadas y otras estructuras de la
superficie torácica se delimitan las siguientes zonas:
Huecos supraclaviculares. son las depresiones que quedan por encima de las
clavículas que en su fondo contactan con los vértices pulmonares.
Región infraclavicular. está comprendida entre la clavícula y la
línea tercera costal y desde el borde del esternón a la línea axilar anterior.
Los signos semiológicos captados en esta zona corresponden a ambos hilios
pulmonares y parte de los lóbulos superiores.
Región mamaria. se extiende entre las líneas tercera y
sexta costales. El lado derecho corresponde básicamente al lóbulo medio y al izquierdo
está sobre el corazón y el segmento lingular del lóbulo superior izquierdo.
Hipocondrios. son las zonas que se extienden desde la
sexta costal hasta el reborde costal. Es una zona mixta toracoabdominal, que
contiene a cada lado la cúpula diafragmática con las lengüetas pulmonares que,
durante la respiración corriente, ocupan parcialmente los senos
costodiafragmáticos de la pleura. Del lado abdominal encontramos el hígado a la
derecha y el estómago y bazo, cuando está aumentado de tamaño, a la izquierda
Regiones axilares. se extienden a ambos lados del tórax,
entre las líneas axilares anterior y posterior. En ellas se proyectan tanto el
lóbulo superior como inferior del pulmón y al lado izquierdo, en su parte baja,
se encuentra el bazo.
Zonas dorsales. aunque se ha descrito algunas zonas
individuales, resulta más útil localizar los hallazgos haciendo referencia al
tercio inferior, medio o superior del dorso. Si se desea mayor precisión puede
usarse, además, la distancia respecto de la línea espinal o la vértebra a cuya
altura está el signo que se registra. En la Figura 19-5 se muestra la proyección aproximada
de los lóbulos pulmonares sobre la superficie del tórax.
INSPECCION
La inspección visual del tórax en sus caras anterior, posterior
y laterales permite apreciar el aspecto de los tegumentos, la conformación del
tórax y la movilidad respiratoria del tórax y abdomen.
ESTADO DE LA PIEL
Entre las alteraciones que pueden relacionarse con enfermedades
pleuropulmonares o dar síntomas atribuibles a ellas puede mencionarse:
Indicadores de trauma reciente o antiguo: equimosis, heridas, cicatrices, patológicas o
quirúrgicas, etc. Cualquiera de estos hallazgos debe ser complementado con el
correspondiente interrogatorio sobre su origen y evolución.
Bandas o zonas de eritema con vesículas o costras que, sobre el trayecto de nervios intercostales, indican
herpes zóster. En etapas tempranas el paciente puede no haber observado las
alteraciones cutáneas características y relatar un dolor que puede estimarse
erróneamente como pleural.
Circulación venosa anormal: se observa en obstrucción mediastínica
de la vena cava superior, casi siempre neoplásica, con ingurgitación de las
venas de la parte alta del tórax, cuello y cabeza; cianosis de igual
distribución y edema de la misma zona (edema en esclavina).
CONFORMACION DEL TORAX
Debe observarse primero la forma y simetría general del tórax y
luego las deformaciones localizadas.
Alteraciones de la forma general del tórax. Aparte de las variaciones dependientes
de la constitución del individuo, existen algunas conformaciones
características:
Tórax en tonel. En esta alteración el diámetro
anteroposterior del tórax está aumentado, aproximándose al transversal. Por
asociarse con frecuencia a enfisema pulmonar, también se le ha designado tórax
enfisematoso. Sin embargo, esto es un error, ya que el signo no es ni
específico ni sensible para esta afección, puesto que el diámetro
anteroposterior también puede aumentar en asma y en cifosis, mientras que puede
existir enfisema importante con tórax de forma normal e, incluso, aplanado.
Cifoescoliosis. Es la máxima distorsión torácica por
combinación de cifosis y escoliosis de la columna dorsal. Significa,
usualmente, trastornos importantes de la mecánica ventilatoria.
Pectum carinatum o en quilla y pectum excavatum. Consisten en la prominencia angulada del esternón o
depresión del mismo, respectivamente. Derivarían de alteraciones de crecimiento
de los cartílagos costoesternales, siendo su repercusión funcional escasa o
nula.
Tórax raquítico. Por la mayor maleabilidad de los huesos
en el niño con raquitismo, se puede producir, si esta condición es extrema, un
hundimiento permanente del perímetro torácico inferior por la tracción
centrípeta del diafragma (tórax piriforme o en forma de pera) o prominencia de
las articulaciones condrocostales que se traducen en una fila de nódulos
paralelos a ambos lados del esternón o rosario raquítico. Su frecuencia ha
disminuido considerablemente en nuestro país con la reducción de los trastornos
nutricionales.
Deformaciones torácicas localizadas. Pueden detectarse por la comparación de ambos hemitórax,
teniéndose presente que normalmente éstos no son perfectamente simétricos. La
variedad de posibles deformaciones es muy amplia y sólo mencionaremos algunos
ejemplos.
Retracción de un hemitórax. Generalmente implica atelectasia, retracción fibrosa
pleural o es efecto de una escoliosis dorsal.
Abombamiento de un hemitórax. Se observa en derrames pleurales y
neumotórax de mediana o mayor cuantía.
Llenamiento o masas en los huecos supraclaviculares por ganglios linfáticos.
Tumores localizados que pueden ser de origen inflamatorio o
neoplásico.
Atrofia de grupos musculares generalmente debida a inactividad.
Posición de la tráquea: Aparte de las alteraciones por enfermedades de laringe y cuello, la tráquea puede desviarse de la línea media en las afecciones que retraen o aumentan el contenido de un hemitórax: atelectasias, fibrotórax, derrame pleural masivo, etc.
Posición de la tráquea: Aparte de las alteraciones por enfermedades de laringe y cuello, la tráquea puede desviarse de la línea media en las afecciones que retraen o aumentan el contenido de un hemitórax: atelectasias, fibrotórax, derrame pleural masivo, etc.
MOVILIDAD
RESPIRATORIA
La movilidad del tórax debe examinarse durante la respiración
espontánea del enfermo, evitando que se dé cuenta de que está siendo observado.
Deben considerarse los siguientes aspectos:
Tipo general de respiración. La respiración espontánea en reposo es normalmente
diafragmática, por lo que los movimientos respiratorios son apreciables en el
abdomen superior y en la parrilla costal inferior (respiración abdominal y
costal inferior). En el ejercicio y respiración profunda voluntaria entran a
actuar músculos auxiliares, con movilización del esternón y costillas
superiores (respiración costal superior). El tipo respiratorio es igual en el
hombre y la mujer, pudiendo cambiar si hay procesos torácicos o abdominales que
limiten la movilidad por rigidez o dolor, o si hay fatiga diafragmática.
Simetría de la movilidad. Normalmente ambos hemitórax y hemiabdómenes se mueven
simétricamente. Las zonas retraídas o abombadas del tórax tienen usualmente
menor movilidad, por la interferencia mecánica que significa la fibrosis, la
atelectasia o el derrame pleural causantes de la deformación. Igual limitación
se observa ante la existencia de dolor pleural o parietal en un hemitórax.
Formas de movilidad anormal
Actividad de la musculatura auxiliar respiratoria. La participación activa de la musculatura auxiliar
respiratoria se evidencia por su contracción durante la inspiración, la cual es
especialmente notoria al nivel de los esternocleidomastoideos. Ocasionalmente
el paciente apoya y fija los brazos para permitir un mejor accionar de los
pectorales.
Alternancia. Cuando existe fatiga diafragmática
pueden producirse períodos alternados de respiración abdominal y de respiración
costal superior, lo que permite al diafragma reposar intermitentemente.
Respiración paradójica. Normalmente, las paredes del tórax y
abdomen se expanden durante la inspiración y se retraen durante la espiración.
En casos de fatiga o parálisis diafragmática bilateral, el músculo flácido es
aspirado pasivamente durante la inspiración por la presión negativa del tórax
que se expande, lo que arrastra la pared abdominal que se deprime.
Tórax volante. Se observa en fracturas costales
múltiples, en las que un área de la pared costal queda desligada del resto
(tórax volante), moviéndose en forma paradójica, ya que se deprime en la
inspiración y expande en la espiración.
Retracción del reborde costal inferior o signo de Hoover. Cuando existe hiperinsuflación pulmonar marcada (asma,
enfisema) el diafragma se aplana, pierde su forma de cúpula y su contracción
produce una tracción radial que aproxima sus inserciones costales hacia el
centro frénico. Esta acción se exterioriza como una depresión inspiratoria del
reborde costal inferior, especialmente notorio en las zonas laterales. También
puede observarse en casos en que la presión intratorácica en inspiración se
negativiza en forma exagerada.
Tiraje. Cuando aumenta mucho la resistencia
inspiratoria y deben generar presiones negativas exageradas para hacer entrar
el aire, se produce una succión de las partes blandas, o tiraje, que se
evidencia al nivel de los espacios intercostales y huecos supraclaviculares.
PALPACION
Parte importante de los hallazgos de la inspección pueden ser
corroborados y complementados por la palpación, que añade información que
permite afinar la interpretación: sensibilidad dolorosa, relación con
estructuras torácicas, temperatura, consistencia, movilidad, etc. Además,
informa sobre el tono y contracción de los músculos, la existencia de tumores
no visibles y la sensibilidad de huesos, músculos y nervios.
VIBRACIONES
VOCALES
Las vibraciones de las cuerdas vocales transmitidas a través del
árbol bronquial y parénquima pulmonar dan origen a una percepción táctil en la
superficie torácica denominada vibraciones vocales.
El contenido aéreo del pulmón transmite mejor las vibraciones de
frecuencia baja, como la voz grave del hombre, que las de frecuencia alta,
características de la voz aguda de la mujer y del niño. Las vibraciones se
captan con mayor claridad en las zonas de proyección de grandes y medianos
bronquios (regiones subclaviculares e interescapular) y para su producción se
instruye al paciente decir "treinta y tres" o cualquier otra locución
que tenga varias letras “"r"”.
En la medida que el parénquima pulmonar se condensa, con
preservación de la permeabilidad bronquial, las vibraciones se transmiten
mejor, ya que el medio sólido es un mejor medio de conducción que el aire. La
condensación neumónica constituye la causa más frecuente de aumento de las
vibraciones vocales.
Por el contrario, el aumento del contenido aéreo, como sucede en
la sobreinsuflación pulmonar, atenúa las vibraciones en forma más o menos
generalizada. Igual alteración puede producirse por falla de producción, en la
afonía o en las voces agudas. La atenuación o abolición localizada deriva de
defectos de transmisión por obstrucción de un bronquio grueso o mediano, o por
la interposición de aire, líquido o sólido en la pleura.
FREMITOS
Otros ruidos respiratorios de
frecuencia baja pueden también dar origen a vibraciones palpables o frémitos,
que se perciben en las mismas áreas donde se ausculta el ruido de origen. Los
frotes pleurales suelen originar frémitos y, ocasionalmente, también se pueden
percibir si hay roncus intensos de tonalidad baja.
PERCUSION
Para analizar la percusión y, más adelante, la auscultación es
conveniente revisar sumariamente algunas propiedades físicas del sonido.
Características
físicas del sonido
El sonido consiste en ondas de compresión y descompresión
generadas por la vibración de un cuerpo tras la aplicación de energía. Esta
vibración se transmite con mayor facilidad en los sólidos, disminuye en el
líquido y más aún en el medio gaseoso, no existiendo transmisión en el vacío.
Esta mayor o menor facilidad de transmisión se manifiesta tanto en la velocidad
de transmisión como en la distancia que la onda puede recorrer.
Los sonidos tienen las siguientes cualidades:
Frecuencia. Corresponde al número de ondas por unidad de tiempo. El oído
humano es capaz de percibir sonidos entre 16 y 16.000 Hz (1 Hertz = 1
oscilación por segundo). Los ruidos respiratorios normales son de baja
frecuencia, entre los 16 y 500 Hz, región en la cual el oído humano es poco
sensible.
Intensidad. Corresponde a la amplitud de la onda sonora y representa la
energía que tiene el sonido. El oído humano no capta todas las longitudes de
onda con igual facilidad: la máxima sensibilidad ocurre entre 1.000 a 2.000 Hz. Bajo y
sobre esta frecuencia se necesitan sonidos de mayor intensidad para ser
percibidos.
Duración. Tiene relación con el punto anterior. A
menos que el sonido se produzca en forma continua, su percepción tiende a
disminuir gradualmente. Por ejemplo, al tañir una cuerda de un instrumento,
ésta origina una nota, dependiente de la frecuencia de las vibraciones, la cual
se va apagando hasta dejar de ser percibida cuando su energía (intensidad) cae
por debajo del umbral de audición.
Timbre. Los sonidos en realidad son una mezcla
de frecuencias. Por ejemplo, al tañir una cuerda ésta vibra como un todo,
produciendo una nota o frecuencia en función de su longitud. Pero, a su vez,
cada mitad de la cuerda entra en vibración y cada cuarto de cuerda también lo
hace. Por lo tanto, el sonido que escuchamos no es una frecuencia pura, sino
una combinación del sonido de frecuencia más baja, que da la nota fundamental,
con todos los otros de tonalidad más alta (octavas). A su vez, la caja de
resonancia de un instrumento musical amplifica algunas de estas frecuencias.
Este proceso complejo es el que da a cada instrumento un timbre especial, que
permite diferenciar, por ejemplo, la nota do producida por un piano de la
obtenida con una guitarra o un contrabajo. Los ruidos respiratorios y los de la
voz humana son también mezclas muy complejas de sonidos de diferentes
frecuencias, lo que les da un timbre característico que puede ser modificado
por diferentes condiciones patológicas.
PERCUSIÓN
DEL TORAX
El tórax contiene los pulmones, normalmente llenos de aire, y
los órganos mediastínicos, sólidos o llenos de sangre. Al percutir sobre la
pared torácica se obtienen diferentes sonidos según la naturaleza del contenido
inmediato a la parte percutida. Clásicamente se pensaba que lo que entraba en
vibración y producía el sonido era el contenido mismo, pero se ha demostrado
que lo que vibra es la pared. La densidad del contenido en contacto inmediato
con la pared influye modificando el grado de tensión de ésta, tal como lo hace
una mano presionando con diferente fuerza sobre el parche de un timbal. En una
autopsia la percusión directa sobre el pulmón mismo origina un sonido
totalmente diferente al obtenido al percutir la pared torácica.
Debido a este fenómeno físico es posible deducir la densidad
física del contenido del tórax a través de una maniobra externa, lo que no es
sino la aplicación metódica de la técnica casera que se usa cuando queremos
saber si un recipiente, cuyo interior no podemos ver, está lleno de líquido o
vacío. El creador de este método, en el siglo XVIII, Leopoldo Auenbrugger, era
hijo de un tabernero que empleaba esta maniobra para saber la cantidad de
cerveza que quedaba en sus toneles.
La percusión puede realizarse de dos formas:
Directa. Se realiza golpeando el tórax con los
pulpejos de la mano percutora. Es útil en derrames pleurales, donde permite
captar con los dedos una especial sensación de resistencia, que caracteriza lo
que más adelante describiremos como matidez hídrica.
Indirecta. Es la más usada y, bien aplicada, es
capaz de captar variaciones localizadas de la densidad de los órganos torácicos
subyacentes a la pared. Con el pulpejo del dedo medio de una mano se percute
sobre un dedo de la otra, aplicado de plano sobre el área del tórax que se
explora. El dedo que recibe los golpes debe apoyarse, de preferencia, paralelo
a los espacios intercostales, ya que de lo contrario los dedos pueden quedar
como puentes entre costillas con un diferente grado de contacto con la
superficie torácica, lo que origina variaciones en el sonido obtenido al
percutir. Otro detalle técnico importante es que hay que golpear suavemente,
como para ser oído sólo por quien examina. La percusión intensa hace vibrar no
sólo la zona bajo el dedo receptor, sino también zonas vecinas, enmascarándose
lesiones localizadas. Con la práctica se puede percutir en forma tal que, más
que oírse un ruido, se palpan las vibraciones provocadas, técnica que resulta
útil en condensaciones o derrames pleurales de poco volumen.
Mediante la percusión pueden obtenerse en el tórax diferentes
tipos de sonido. Sin pretender que puedan identificarse a través de la
descripción escrita, podemos definir los siguientes:
Resonancia o sonoridad normal. Es un ruido hueco, prolongado, de tonalidad baja y no
musical, que se obtiene al percutir la pared sobre pulmón normal, sin contacto
de otros órganos. Se le puede autodemostrar fácilmente percutiendo en la región
subclavicular.
Matidez o macidez. Es un ruido corto, de tonalidad más alta
que el anterior, que da la impresión de golpear sobre un sólido. La percusión
sobre el muslo lo produce en forma típica.
Submatidez. Ruido intermedio entre la sonoridad
normal del parénquima aireado y la matidez de un sólido.
Hipersonoridad. Es un ruido más intenso, más alto y más
largo que la resonancia normal. Traduce un aumento del contenido aéreo.
Timpanismo. Es la exageración del ruido anterior que
adquiere un carácter musical. Normalmente puede observarse sobre el estómago
lleno de gas y, patológicamente, sobre un neumotórax extenso.
En el aparato respiratorio, esta técnica semiológica se aplica
para delimitar los pulmones y para determinar las variaciones de densidad
física de las estructuras en contacto con la zona percutida. La comparación de
zonas simétricas de ambos hemitórax facilita la detección de variaciones leves
o moderadas.
DETERMINACION DE LA TOPOGRAFIA INTRATORACICA
La diferencia entre la sonoridad característica del pulmón y la
matidez de órganos o estructuras sólidas permite delimitar los bordes
inferiores de los pulmones, los movimientos diafragmáticos y la matidez
cardiovascular en forma gruesa, de manera que es útil cuando existen anomalías
importantes. Si se necesita información fina deberá recurrirse a la imagenología.
Límites inferiores del pulmón. En la cara anterior, el límite inferior del pulmón
derecho durante la respiración tranquila es fácil de determinar por su
contraste con la matidez del hígado. Sigue una línea horizontal que pasa por el
quinto espacio intercostal al nivel de la línea medioclavicular. Este límite
desciende con los aumentos de volumen pulmonar por sobreinsuflación y asciende
cuando este órgano se retrae por atelectasia o fibrosis. Igual efecto tiene el
ascenso del hígado que se observa en parálisis diafragmática, matidez hepática
o cuando esta última se borra por un neumoperitoneo. A la izquierda, la bolsa
aérea del estómago se traduce por hipersonoridad o timpanismo, que se confunde
gradualmente con la sonoridad pulmonar.
En la cara dorsal, los pulmones llegan a ambos lados hasta una
línea horizontal al nivel de la undécima vértebra dorsal, con alguna variación
de acuerdo al hábito constitucional del paciente.
Movimientos diafragmáticos. Los límites descritos descienden tres a
seis centímetros en la inspiración profunda, excursión que desaparece o
disminuye en condiciones que limitan la movilidad diafragmática: parálisis del
músculo, aumento de presión abdominal que se opone a su descenso inspiratorio,
pérdida de la cúpula diafragmática por disminución de la presión negativa
intratorácica (enfisema, hiperinsuflación pulmonar, neumotórax), adherencias
costopleurodiafragmáticas, etc. La presencia de un derrame pleural, al falsear
el límite inferior del pulmón, impide determinar la verdadera excursión
diafragmáticaembarazo, ascitis, etc. Puede falsearse cuando un derrame pleural
se suma a la.
Matidez cardiovascular. En aquellas zonas en que el corazón
contacta directamente con la pared torácica, la percusión revela una franca
matidez, pero hacia los bordes del órgano, la interposición normal de lengüetas
pulmonares da una submatidez que sólo permite una definición aproximada de la
forma y tamaño del corazón. Nos limitaremos aquí a enumerar algunos de los
principales cambios que podemos observar, especialmente en relación con
alteraciones pleuropulmonares de mediana o gran magnitud:
- Desplazamiento
de la matidez cardíaca: retracción del mediastino por fibrotórax y
atelectasia masivas, o rechazos de éste por derrames pleurales, neumotórax
a tensión, cifoescoliosis, etc.
- Borramiento de
la matidez cardíaca: superposición de parénquima pulmonar hiperinsuflado
(enfisema, asma, etc.); presencia de aire en la pleura (neumotórax).
- Aumento de la
matidez cardiovascular: cardiomegalia importante, derrame pericardíaco,
aneurisma aórtico, etc.
DETERMINACION DE LA DENSIDAD DEL CONTENIDO TORACICO
Por la experiencia previa y por comparación con zonas simétricas
del tórax, puede deducirse la cantidad relativa de gas, líquido o sólido
subyacente al área de la pared puesta en vibración por la percusión.
El reemplazo de aire del pulmón por material más denso se
traduce generalmente por matidez. Sin embargo, para que ésta sea captada tenga
un cierto volumen. Esta situación se observa con máxima claridad y relativa
frecuencia en la condensación neumónica. En menor escala se puede presentar en
el infarto pulmonar y raramente en tumores y quistes pulmonares de contenido
líquido que infiltran o desplazan el parénquima aireado. Las atelectasias no
suelen dar matidez notoria por su volumen reducido y por la pérdida de contacto
con la pared debido a su retracción. En la medida que se interponga parénquima
aireado entre una condensación y la pared torácica, o la condensación sea
incompleta, la matidez pasa a submatidez e, incluso, a resonancia normal. En
suma, la matidez como signo de condensación es de baja sensibilidades necesario
que la zona comprometida esté en contacto con la pared torácica y.
La presencia de líquido en la pleura (derrame pleural,
hidrotórax) también da matidez que, en caso de derrame abundante, es intensa y
toma un carácter especial de resistencia que se capta con el dedo receptor o
con la percusión directa (matidez hídrica). Otra característica que distingue a
la matidez causada por líquido libre en la cavidad pleural es su borde
superior, que adopta una curva con su vértice en la región axilar y sus puntos
más bajos hacia su línea media, tanto en la zona ventral como dorsal,
denominada curva de Damoisseau. Esta forma no corresponde a la realidad física,
ya que el límite superior del líquido es horizontal. La falsa impresión se
produce porque la capa de líquido es más gruesa en la cara axilar que en las
caras anterior y posterior del pulmón (Fig. 50-1). Esta conformación de la
cámara pleural se debe a que el pulmón se retrae más en sentido transversal que
anteroposterior. La percusión en decúbito lateral permite corroborar la
existencia del derrame por los cambios de la matidez al desplazarse el líquido.
Por otra parte, si el cambio de posición no produce variación en la matidez, es
índice de enquistamiento del derrame pleural o de que la matidez se debe a
condensación del parénquima.
El aumento de contenido aéreo, como sucede en el enfisema o
durante una crisis asmática, da origen a hipersonoridad. Si el aire está a presión,
como en un neumotórax hipertensivo o una bula gigante insuflada, se obtendrá
timpanismo.
AUSCULTACION
El funcionamiento normal del aparato respiratorio da origen a
sonidos o ruidos que pueden escucharse a distancia o en la superficie torácica;
diversas enfermedades pueden alterar estos ruidos o producir otros.
Origen de los ruidos
respiratorios
El flujo de aire a través de las vías aéreas causa turbulencias,
que originan las vibraciones que percibimos como ruidos. Las turbulencias se
producen en las geométricas que dificultan un flujo laminar. Esto ocurre
principalmente en la laringe y en las bifurcaciones de los bronquios mayores,
lobulares y segmentarios. En las vías aéreas más periféricas el área de sección
global va aumentando, por lo que la velocidad del aire disminuye progresivamente
y el flujo se hace laminar, cesando a nivel alveolar. Por lo tanto, a este
nivel normalmente no se originan ruidos respiratorios.
Diferentes estudios han demostrado que los ruidos que se
perciben a la auscultación de la pared torácica durante la respiración normal
no se originan en la laringe , como se creía años atrás, sino que nacen en los
bronquios mayores, principalmente lobulares y segmentarios. Estos ruidos son
transmitidos a través de las vías aéreas tanto hacia la boca como hacia la periferia.
El análisis de los ruidos registrados en la boca muestra una amplia variedad de
frecuencias, mientras que los obtenidos en la pared torácica son principalmente
de baja frecuencia, con intensidad decreciente de aquellos con frecuencias
superiores a 500 Hz. Lo anterior se debe a que el tejido pulmonar normal que
rodea las vías aéreas actúa como un filtro que sólo permite transmitir las
frecuencias bajas, lo que, como veremos, tiene importantes implicancias
semiológicas.zonas donde la velocidad del aire es mayor y en aquellas con
condiciones
Auscultación clínica
Los trastornos patológicos pueden modificar estos ruidos tanto
en su producción como en su transmisión, o agregar otros nuevos. La
auscultación persigue captar estos ruidos e interpretarlos en términos de las
alteraciones morfológicas y funcionales que pueden producirlos. La auscultación
es el procedimiento del examen físico que tiene mayor rendimiento y puede ser directa, poniendo el oído en contacto con
el tórax, o indirecta a través de un estetoscopio,
método que por su mayor comodidad e higiene ha desplazado al primero, salvo en
la identificación de frotes pleurales dudosos. Esta técnica instrumental fue
desarrollada a principios del siglo XIX por Laennec, quien por ser clínico y
patólogo estableció con notable acierto las correlaciones entre los signos y la
morfología alterada. Desgraciadamente, sus sucesivos continuadores y
traductores cambiaron el sentido de muchas de sus denominaciones y acumularon
interpretaciones teóricas sobre la génesis de los ruidos, que se dieron por
demostradas. Estos factores condujeron a una considerable anarquía de
terminología y a una sobrevaloración del método. En los últimas décadas se han
efectuado análisis objetivos mediante estudios experimentales y registro
electrónico de los fenómenos acústicos. Esto ha permitido eliminar categorías
artificiales de ruidos, aclarar sus mecanismos de producción y transmisión e
identificar aquellas correlaciones clínico-patológicas realmente demostradas.
Además, se ha alcanzado un consenso internacional en torno a una nomenclatura
simplificada, que fue traducida y adaptada en 1987, bajo el patrocinio de la Sociedad Chilena
de Enfermedades Respiratorias, para su uso en el país.
Las
diferentes características físicas de los pacientes explican la amplia escala de
variaciones que pueden tener los ruidos respiratorios normales. Sólo la
práctica repetida en muchos sujetos con aparato respiratorio normal permitirá
al examinador adquirir la base que le servirá para interpretar las desviaciones
de lo normal.
El examen debe realizarse despejando de ropa la región en
estudio, ya que ésta puede originar o enmascarar ruidos. Conviene instruir al
paciente que debe respirar profundo y por la boca abierta, sin hacer ruido con
las cuerdas vocales. La respiración por la nariz y la respiración superficial
limitan la velocidad de la corriente aérea, atenuando los ruidos.
Además de auscultar la respiración del paciente, debe analizarse
la transmisión de la voz desde las cuerdas vocales a la superficie torácica.
También es útil hacer toser al enfermo ya que esta maniobra, que acelera
considerablemente la velocidad de la corriente aérea, puede modificar
significativamente algunos ruidos patológicos.
La auscultación debe ser metódica, de manera que toda la
superficie torácica sea explorada, que todos los ruidos normales sean
analizados y que cada ruido anormal que se escuche sea estudiado en todas sus
características y relaciones. Es conveniente que a raíz de hallazgos
auscultatorios localizados se repita la palpación y percusión en forma
dirigida, pudiendo con frecuencia captarse alteraciones que, por ser poco
notorias, pasaron inadvertidas al realizar el procedimiento en forma general.
Aunque diversos métodos de grabación de los ruidos dan más
información, por su complejidad y disponibilidad, su aplicación se ha
restringido básicamente a la investigación
RUIDOS
DE LA RESPIRACION
Ruidos
respiratorios normales
La auscultación del tórax normal permite captar los siguientes
ruidos:
Ruido traqueobronquial o bronquial. Si se ausculta sobre la parte superior del esternón y
zonas inmediatas se escucha en ambas fases de la respiración, un ruido intenso
de tonalidad alta, de carácter rudo y áspero que se genera por turbulencias del
aire en la tráquea y bronquios mayores de 4 mm .Si el estetoscopio se aplica sobre la
tráquea extratorácica el ruido se percibe con máxima intensidad.
Murmullo pulmonar (breath sounds). La auscultación de las zonas del tórax que corresponden a
parénquima pulmonar, alejado de los grandes bronquios, revela un ruido de
intensidad y tonalidad bajas que ocupa la totalidad de la inspiración, pero
sólo la mitad o menos de la espiración. Hasta hace algunos años se planteó que
este ruido era generado por el paso del aire desde los bronquíolos a los
alvéolos o vesículas aéreas, por lo que se le denominó murmullo vesicular.
Estudios fisiológicos han demostrado que la velocidad con que se mueve el aire
a este nivel es insuficiente para generar un ruido audible. Actualmente se
acepta que el origen mas importante de este ruido está en turbulencias
generadas en los bronquios lobulares y segmentarios que ventilan el parénquima
alveolar auscultado que se atenúan y modifican por efecto de la filtración por
el parénquima alveolar lleno de aire. Por estas razones la denominación de
murmullo pulmonar es mas precisa.
La desaparición del ruido a mitad de la espiración se debería a
que, al decrecer el flujo espiratorio en esta fase, la intensidad del ruido
disminuye, no siendo capaz de atravesar el filtro parenquimatoso, ya que la
corriente espiratoria aleja las turbulencias de la superficie del tórax.
A medida que el área de auscultación se aproxima a bronquios
mayores, se produce una superposición gradual de murmullo pulmonar y ruido
traqueobronquial.
Alteración
de los ruidos respiratorios
Respiración ruidosa. En las personas normales, la respiración
espontánea en reposo es prácticamente inaudible al nivel de la boca. Si la
respiración se hace más profunda y/o más rápida (jadeo, ejercicio, suspiros) es
posible escucharla, incluso a distancia.
En pacientes con obstrucción bronquial difusa, la respiración de
reposo puede hacerse audible, probablemente por un aumento de turbulencias en
los bronquios estrechados. Esta respiración ruidosa puede o no acompañarse de
sibilancias, ruido adventicio también ligado al estrechamiento bronquial.
Respiración soplante y soplo tubario. La solidificación del parénquima
pulmonar por eliminación o reemplazo del aire establece un nexo acústico entre
los bronquios gruesos o medianos y la pared torácica, que permite que el ruido
bronquial se ausculte poco modificado en regiones en que normalmente sólo se
escucha el murmullo pulmonar. Este ruido, que es de intensidad y tonalidad
altas y que se escucha en ambas fases de la respiración, es llamado soplo tubario
porque es parecido al que se genera al soplar a través de un tubo. Para que una
condensación dé origen a este signo debe tener relación con bronquios
permeables y ser suficientemente extensa como para conectar bronquios de por lo
menos de 3 a
5 milímetros
de diámetro con la pared del tórax. Cuando la condensación es parcial o de
menor extensión, el ruido bronquial sólo retiene parte de sus características,
siendo denominado respiración soplante, cuya diferencia con el tubario es sólo
cuantitativa. La causa más frecuente de soplo tubario típico es la neumonía,
que puede consolidar áreas extensas sin comprometer la permeabilidad bronquial.
También puede auscultarse en áreas de pulmón condensado sin vía aérea
permeable, como atelectasias, cuando éstas están en contacto con la tráquea o
grandes bronquios.
En derrame pleurales importantes, el líquido puede colapsar y
consolidar el pulmón, manteniendo los bronquios permeables, creando las
condiciones para un soplo tubario. Sin embargo, el propio derrame bloquea su
auscultación, excepto en su límite superior, donde la capa de líquido es más
delgada. A través de este filtro acústico se escucha preferentemente la parte
espiratoria del soplo, con un carácter suave y lejano. Este soplo tubario
modificado se ha denominado soplo
pleurítico, pero esta designación es equívoca, ya que un soplo similar
puede escucharse en neumonías, no siendo por lo tanto específico de patología
pleural.
Disminución o abolición del murmullo pulmonar. Esta alteración se debe a una
disminución de la ventilación o a factores que entorpecen la transmisión del
murmullo pulmonar hasta el oído del examinador, pudiendo ser generalizada o
localizada. El primer caso se observa en hipoventilación global por déficit de
estímulos ventilatorios, por parálisis de músculos respiratorios o por
disminución difusa del flujo aéreo y aumento de la capa de aire en enfisema. En
cambio, la disminución del murmullo será localizada en obstrucciones
bronquiales regionales y en atelectasias. Ya sea por contraste, o porque existe
una hiperventilación compensatoria, en estos casos el murmullo pulmonar se
puede auscultar aumentado en el resto del tórax. La abolición del murmullo
pulmonar por defecto de transmisión se observa típicamente en derrames
pleurales y neumotórax.
Espiración prolongada. Cuando hay obstrucción bronquial, ésta
se acentúa durante la espiración, por lo cual el murmullo pulmonar generado en
esta fase aumenta de intensidad y su duración auscultable se acerca e incluso
sobrepasa a la de la inspiración. Se escucha en forma generalizada en pacientes
con enfisema, asma y algunos casos de inflamación aguda de las vías aéreas. Su
comprobación en zonas limitadas sugiere una obstrucción bronquial localizada.
TRANSMISION
DE LA VOZ
Transmisión normal de la voz
Para la auscultación de la voz el paciente debe decir
pausadamente “treinta y tres”, palabras que por sus letras “erre” producen
vibraciones adecuadas para su transmisión a través del aparato respiratorio. Si
la voz se ausculta sobre la tráquea, el sonido es intenso y se percibe
claramente la articulación de las palabras. En cambio, en las zonas del tórax
de proyección alveolar el ruido es más apagado y no se percibe la articulación
con claridad, porque se borran las vocales por el efecto de filtro del pulmón.
Como ya se mencionó el medio acústico broncopulmonar conduce mejor la voz de
tonalidad grave .
Alteraciones
en la transmisión de la voz
Aumento o broncofonía. Las mismas condiciones que producen el
soplo tubario ofrecen también un mejor canal de transmisión para la voz, de
manera que ésta se ausculta con mayor intensidad y nitidez en la superficie
torácica en correspondencia con una condensación. El fenómeno se denomina
broncofonía, por similitud con la auscultación en el área de proyección de un
bronquio grueso, y su significación es similar al soplo tubario. Por
diferencias de transmisión derivadas de la frecuencia de las vibraciones, no
siempre existe paralelismo estricto entre estos signos que, en consecuencia, se
complementan. Cuando la articulación de las palabras se percibe con toda
claridad se habla de pectoriloquia, que ocasionalmente es más notoria con la
voz cuchicheada (pectoriloquia áfona). Estos signos tienen la misma
significación que la broncofonía.
Egofonía o voz de cabra. Es una forma de broncofonía en que la
voz se percibe alta y entrecortada como el balido de una cabra. Se observa en
la parte alta de algunos derrames pleurales en que la capa de líquido deja
pasar sólo los tonos altos, interceptando los bajos.
Disminución o abolición de la voz transmitida. Obviamente, no se auscultará la voz en
personas afónicas, pero si la voz se emite bien y no se percibe sobre el tórax,
deberá pensarse en un obstáculo para su transmisión: obstrucción de bronquios
gruesos, aumento del contenido aéreo del pulmón (asma, enfisema), aire o
líquido en la pleura, pared torácica gruesa (tejido adiposo, edema).
RUIDOS
AGREGADOS O ADVENTICIOS
Se denomina adventicios a aquellos ruidos usualmente ausentes en
la auscultación del pulmón normal, que se generan por la vibración de
estructuras alteradas.
En esta área es donde se ha descrito más variantes de ruidos sin
un fundamento objetivo, suponiéndose teóricamente mecanismos y relaciones
clínico-patológicas. La utilidad clínica que se atribuyó a esta semiología
excesivamente detallada se debió, probablemente, a que la interpretación de la
auscultación en la práctica clínica se realiza habitualmente en forma sesgada,
puesto que al auscultar al paciente ya se cuenta con la orientación diagnóstica
dada por la anamnesis y otros elementos del examen físico. Aquí, sólo
analizaremos aquellos signos de validez objetivamente comprobada.
Estridor o cornaje. Es un ruido muy intenso que se oye a
distancia, generado en obstrucciones de la vía aérea alta: laringe, tráquea y
bronquios mayores. Cuando la obstrucción es extratorácica, el ruido tiene
predominio inspiratorio porque en esta fase se acentúa la estenosis de la vía
aérea por efecto del desbalance entre la presión negativa inspiratoria dentro
de la vía aérea y la presión atmosférica que la rodea. Lo inverso ocurre en
lesiones intratorácicas.
Sibilancias. Cuando un flujo aéreo suficiente pasa
por una zona estrechada de un bronquio, sus paredes entran en vibración
generando un ruido musical agudo. denominado sibilancia o.
Las sibilancias pueden oírse en ambas fases de la respiración,
pero usualmente aparecen o se acentúan en espiración, por efecto de la
reducción de calibre bronquial en esta fase. En casos dudosos puede recurrirse
a una espiración forzada para provocarlas, pero debe tenerse presente que en
algunas personas normales la compresión dinámica producida por esta maniobra es
de magnitud suficiente como para producir sibilancias. En este caso se
caracterizan por ser múltiples, simultáneas y de la misma tonalidad. En los
enfermos, en cambio, la obstrucción bronquial no es homogénea, por lo que las
sibilancias son disparejas en distribución y tonalidad.
Las sibilancias se transmiten muy bien a lo largo de la columna
aérea bronquial, de manera que salvo, que se produzcan muy periféricamente,
pueden auscultarse sobre la tráquea y rente a la boca y, en ocasiones, mejor
que sobre el tórax.
Dado que el flujo aéreo es un determinante de la generación de
sibilancias, en obstrucciones bronquiales muy marcadas, con flujo mínimo, es
posible que éstas no se ausculten y que, por el contrario, sean muy abundantes
en obstrucciones leves con flujo alto. De lo dicho se deduce que las
sibilancias no son un índice fidedigno de la intensidad de la obstrucción.
Las sibilancias
difusas se encuentran especialmente en asma, limitación crónica del flujo aéreo
y en algunas bronquitis y bronquiolitis. También se pueden producir por edema
bronquial en insuficiencia cardíaca izquierda. En forma localizada sugieren una
obstrucciónbronquial también localizada (tumor, cuerpo extraño, cicatriz).
Roncus: son ruidos continuosque, para algunos, serían sólo sibilancias de baja tonalidad pero su configuración sonográfica es diferente y se modifican con la tos por lo que se les considera ligados a secreciones endobronquiales.
Roncus: son ruidos continuosque, para algunos, serían sólo sibilancias de baja tonalidad pero su configuración sonográfica es diferente y se modifican con la tos por lo que se les considera ligados a secreciones endobronquiales.
Crepitaciones. Condiciones patológicas tan diversas
como neumonías, atelectasias, edema pulmonar, enfermedades infiltrativas
difusas, bronquitis crónica, etc., tienen en común el cierre precoz de los
bronquiolos hacia el fin de espiración por alteración de las paredes
bronquialares y/o del tejido que los rodea. . Cuando los bronquíolos funcional
o morfológicamente alterados colapsan al final de la espiración, en la
inspiración que sigue el aire no puede entrar en las partes distales al
colapso, por lo cual las presiones en las áreas distales al colapso se hacen
más negativas que en las proximales. Esta situación se mantiene hasta que el
aumento de volumen pulmonar ejerce una tracción radial sobre las paredes de los
bronquiolos y los abre, igualandose bruscamente las presiones de los dos
compartimentos. Esto genera un sonido explosivo corto que puede tener muy
variadas características según el calibre y número de bronquios colapsados , el
momento del ciclo respiratorio en que se abren, las condiciones de transmisión
acústica del parénquima circundante, etc.
Estas variantes de un mismo fenómeno básico fueron interpretadas
en el pasado como entidades diferentes, generadas por mecanismos específicos
para distintas enfermedades, distinguiéndose crépitos, crujidos y burbujas,
diferenciadas en grandes, medianas y pequeñas. Dada su patogenia común, tales
distinciones no tienen mayor utilidad, por lo que debe aceptarse que estos
ruidos, en cualquier variante, sólo indican enfermedad en la zona auscultada,
sin descriminar por sí mismos cuál es ésta. Para evitar confusiones con la
terminología antigua de crépitos se ha englobado a todos estos ruidos bajo la
denominación de crepitaciones. Las
crepitaciones se auscultan como conjuntos o sucesiones de ruidos muy cortos,
explosivos, que en cantidad variable ocupan todo o parte del ciclo
respiratorio. Se han comparado con el ruido producido al despegar una cinta
autoadhesiva o un cierre de tipo Velcro. o a los ruidos que se producen al
arder la madera o al calentarse sal en una sartén, etc. Todos estos símiles son
válidos para algún tipo de crepitación, pero no pueden ligarse a una
determinada enfermedad.
Existen, sin embargo, algunas características que pueden afinar la información:
Existen, sin embargo, algunas características que pueden afinar la información:
- Cuando el territorio enfermo es
periférico como en las fibrosis pulmonares y las vías aéreas colapsadas
son bronquios muy pequeños o bronquíolos, las crepitaciones son finas y
abundantes, se presentan generalmente avanzada la inspiración y persisten
siempre hasta el final de ésta y no se escuchan en la boca no cambian con
la tos . Pueden aumentar en aquellas posiciones en que el peso del pulmón
aumenta el colapso bronquiolar en la zona auscultada y no cambian con la
tos.
- En cambio, cuando la enfermedad
compromete bronquios más centrales (neumonías, enfermedades obstructivas
difusas, bronquiectasias) las crepitaciones son más gruesas, se presentan
al comienzo de la inspiración y pueden oírse en la boca. Los cambios de
posición no las modifican porque las estructuras centrales son más
estables. En las bronquiectasias pueden ser modificadas por la tos, por lo
que se supone alguna participación de burbujeo en acumulaciones de
secreciones
Las crepitaciones espiratorias obedecen obviamente a otros
mecanismos que aún no han sido bien definidos. Se observan en bronquiectasias
en las cuales es posible que se produzcan verdaderas burbujas por existir
secreciones acumuladas en áreas dilatadas. El hecho de que cambien con la tos
es compatible con esta hipótesis.
Dado que el cierre bronquiolar al final de espiración en zonas
basales es un fenómeno fisiológico que aumenta con la edad, no es raro que se
ausculten crepitaciones en personas sanas de mayor edad. Después de un período
de reposo en decúbito, estos ruidos, llamados crepitaciones distelectásicas,
pueden aumentar en las zonas dependientes hipoventiladas, pero desaparecen o se
reducen después de algunas inspiraciones profundas o al cambiar de posición.
Es posible que futuros estudios permitan individualizar otras
características de utilidad diagnóstica, pero por el momento el mayor valor de
las crepitaciones reside en indicar la localización y extensión de la
enfermedad pulmonar, sin sugerir por sí solas una etiología determinada.
Frotes pleurales. El roce de las pleuras deslustradas por
inflamación da origen a ruidos parecidos a crepitaciones, largas y de tono
bajo. Estos frotes pleurales suelen oírse en ambos tiempos de la respiración,
pueden aumentar con la presión del estetoscopio y pueden tener un carácter
desagradable, como de chirrido de tiza sobre un pizarrón. Con frecuencia dan
origen a un frémito palpable, y ocasionalmente la auscultación directa revela
mejor sus características. Existen casos, sin embargo, en que son
indistinguibles de las crepitaciones.
Ral o estertor traqueal. Es un ruido audible a distancia que se
presenta en pacientes con conciencia deprimida y falta de tos eficaz, lo que
permite acumulación de secreciones en la tráquea con burbujeo del aire a través
de ellas. Un mecanismo similar, pero en bronquios menores, se invocó como causa
de lo que se llamó estertores de burbujas. Esta hipótesis, que nunca fue
demostrada, no es sostenible ya que físicamente no se pueden generar burbujas
dentro de tubos de diámetro uniforme, mediano o fino. No obstante, es posible
que se produzcan burbujas verdaderas en bronquiectasias, donde hay acumulación
de secreciones en una zona de mayor diámetro que el bronquio que trae el aire.
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